EL BUG EMOCIONAL
En Second Life, aprendí más sobre resiliencia que en cualquier libro de autoayuda... o en todo un curso de yoga virtual con música de cuencos tibetanos.
Entre desafíos técnicos y emocionales, me volví experta en parecer que todo va perfecto… mientras frenaba un desastre detrás de la pantalla.
Aprendí a superar obstáculos… o al menos, a fingir que los superaba mientras buscaba una solución rápida en modo pánico.
Acá pude probar cosas que jamás me habría animado a hacer en la vida real, sin miedo a arruinarlo todo o romperme un hueso.
(Lo de "no arruinar el proceso" está por verse… pero eso queda para otro post).
Lo más raro —y todavía inexplicable— es cómo en SL, en cuestión de días, conocés a personas y ya las querés como si fueran parte de tu familia virtual desde siempre.
Mientras tanto, los conocidos de años en este mundo digital parecen estar en una misión secreta de cambiar de actitud solo para estresarte.
Nada como un buen plot twist emocional para hacerme preguntar: ¿realmente lo conocía o era un NPC disfrazado todo este tiempo?
Yo los bauticé: el grupo del Bug Emocional.
Las relaciones en SL son tan impredecibles que me siento más preparada para lidiar con un dragón furioso que con el nuevo "cambio de fase" de alguien que pensé tener completamente descifrado.
Y ahí va de nuevo el mantra de siempre:
“Zayayin! y me digo a mi misma "mi misma" … control… control… control…” ( ese no lo ejerzo yo)
A veces hablo de cosas relevantes que me joden… y otras veces hablo de pelotudeces que también me joden, pero con glitter y menos consecuencias.
Porque, seamos sinceros, no todo en la vida puede ser profundo. A veces una está emputada por un comentario …
y al minuto siguiente, gritando:
“¡¿QUIÉN NO ME AVISO DE LA OFERTA ?! ¡ME PÉRDI EL CALZON QUE AVENTABA PEDOS!”
Es un equilibrio fino entre el existencialismo digital y el drama fashionista virtual.
Una montaña rusa emocional donde los loopings te los da el lag… y los gritos, tu lista de contactos.
Y claro, nunca falta el clásico:
“¿De dónde sacaste eso?”
Y yo respondo con toda mi diplomacia:
“¡De un lugar secreto!”
…pero lo que realmente quiero decir es:
“¡Del mismo lugar donde tus sentimientos de amigo desaparecieron, darling!”
Una espera una noche tranquila, un paseo por un campo de flores virtual…
Y termina caminando descalza por una pista de baile llena de lag, con objetos flotantes que te atraviesan como fantasmas en una película de bajo presupuesto.
Gracias, Second Life, por recordarme que lo único constante en las relaciones virtuales
es que siempre habrá un nuevo plot twist para hacernos reír, llorar o simplemente cerrar sesión con dignidad.
Y si sigo con esta trama imaginaria, eso solo puede significar una cosa:
tenemos más capítulos que resolver.
Este post termina acá. Arreglo el bug… mi bug emocional
y vuelvo.
pd: OJO conmigo que ando explorando en blender
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Les conviene.